10/3/12

El Abolicionismo Penal existe en Brasil

Aunque para nosotros sea poco conocido, la teoría y praxis del no castigo, tiene cierto nivel de desarrollo en nuestro país vecino.



Según pudo contarnos María Lucía Karam, jueza abolicionista brasileña, que en los años ochenta se destacó por su tendencia a no condenar a personas acusados de haber cometido delitos tales como la tenencia o el consumo de drogas, el abolicionismo penal llega a Brasil en la década del ochenta del pasado siglo XX, de la mano del profesor holandés Louk Hulsman.

A diferencia de lo que ocurrió en el resto de Sudamérica, donde el derecho penal mínimo de Alessandro Baratta caló hondo en los claustros académicos de la por entonces denominada criminología crítica o criminología de la liberación, en Brasil el autor de culto por aquellos años fue este simpático norte-europeo signado por el paso por un campo de concentración nazi durante su juventud y una incansable actividad gubernamental en los Países Bajos, estado en el que logró reducir la cantidad de reclusos de 55 a 18 cada 100.000 habitantes en pocos años.

La primera obra abolicionista que llega a Brasil fue “Peines perdues”, de Louk Hulsman, traducida por la propia Karam.



Poco tiempo después se traducirían textos de Christie y Mathiesen y los mismos brasileños empezarían a desarrollar sus propias reflexiones.

Entre las obras más destacadas del pensamiento abolicionista en Brasil pueden mencionarse la antología de textos publicada como “Curso Livre de abolicionismo penal”, las conversaciones libertarias de Edson Passetti y el texto de Karam “De crímenes, penas y fantasías”.

Paralelamente aparecieron revistas, cursos, seminarios y hasta programas de televisión.

Desde el punto de vista teórico, sin dudas el principal aporte de esta nueva corriente fue el concepto de “Heteropía libertaria” de Passetti. Para el autor brasileño la heteropía, a diferencia de la utopía, se encuentra al alcance de nuestras manos y puede materializarse incluso desde la vida cotidiana.

Ambas cosas se complementan. El fin utópico, casi inalcanzable, y los medios imperceptibles a priori, del quehacer transicional.  

De la mano de Karam, el tema “drogas” también apuntaló el desarrollo del abolicionismo penal en Brasil. Anti-prohibicionismo, legalización y discusiones en torno a la constitucionalidad o no de tipos penales que cuestionen actividades privadas como puede ser el hecho de consumir una línea de cocaína o un cigarrillo de marihuana, empezaron a ser frecuentes en los ámbitos de discusión socio-jurídico penal brasileños.

Fieles a sus raíces libertarias los abolicionistas brasileños difunden sus ideas, plenos de convicciones y entusiasmo pero sin ánimos de adoctrinamiento.

En este sentido María Lucía Karam supo decirnos que no obstante ser muy difícil la divulgación de ideas tan radicales como las abolicionistas, su optimismo se fundamenta en el hecho de que cada vez que ella tiene la posibilidad de hablar en público, al menos una persona se le acerca ofreciendo ayuda y reclamando mayor información.

Cabe destacar la importancia que los abolicionistas brasileños le dan a la difusión de sus ideas, reuniones y proyectos desde internet.

Por sólo citar un ejemplo www.nu-sol.org publica las diferentes ediciones de la revista anarquista y abolicionista penal Verve, los eventos anarquistas y abolicionistas que pueden resultar de interés y diferentes trabajos clásicos y contemporáneos sobre anarquismo y abolicionismo.

También en este sentido deben destacarse algunas limitaciones.

Brasil, no obstante ser el país más grande y poderoso del continente, tiene el "problema" de ser uno de los pocos Estados latinoamericanos en los que no se habla español; por ende la tendencia –voluntaria o involuntariamente- es a cerrarse y generar micro-climas de exclusivo predominio portugués-parlante.

La integración del abolicionismo brasileño con otros simpatizantes y/o agrupaciones abolicionistas desparramadas por el resto de Latinoamérica es imprescindible si lo que se pretende es tener una incidencia regional realmente significativa. A trabajar en ello.

Maximiliano Postay